viernes, 28 de mayo de 2010

Manuel Ortega presenta sus dos últimos cortos en la calle del Sol

Todo lo que sucede en la calle del Sol es inverosimil. La cita, una premiere con los dos últimos cortos de Manuel Ortega Lasaga. El formato de presentación al más puro estilo circense, que solo en esta calle se prodría desarrollar. Con un fotocol con el Dolmen de fondo publicitario (precioso guiño al varias veces premiado director de El Legado, Julián Díaz que también visionamos anoche) y un entarimado de cajas de cerveza adecentadas con una tela adamasquinada. En el atril, el maestro de ceremonias Javier Collantes recomienda al joven autor y critica, que es su oficio, las bonanzas de lo que a continuación vamos a ver. A su lado, el lozano creador echa unas risas y llama a los 'actores' por medio de anecdotas, mientras los allí presentes jalean las aventuras del rodaje.

Joe en el Facebook
Graciosísima sátira acerca de las bonanzas y miserias de las tan populares redes sociales, donde todo es glamour de pastiche y falsas apariencias. Con estilo de monólogo de un solo plano medio corto, apenas segado por algunas imágenes sueltas, retrata perfectamente las frustraciones y ambiciones de un neofito 'facebookista', que proyecta sus fracasos sociales y la falta de contacto humano en la reina de los conectores de internet, facebook. Creo que Lasaga debería darle una vuelta más a esta perfecta pantomima, que le puede dar muchos frutos con mejoras técnicas, puesto que la idea es muy buena.
Still shot in Vietnam
Cortísima se nos hizo la siguiente cinta, más ambiciosa que la anterior y muy bien trabajada de luces y ambientación. Narra una anecdota de tantas en las guerras, donde unos soldados americanos tratan de obtener información sobre el paradero de las armas a un Vietcong. Excelente la elección de actores, aunque no podría llamarlos así, porque no lo son. Con buena presencia en cámara y muy buenas voces. La abientación y vestuario están muy logrados __imagino que no es sencillo llevar Vietnam a Selaya__ en palabras del própio autor. Con esa luz amarilla agobiante de la selva tan lograda, que recuerda clásicos del género como Platoon o La colina de  la Hamburguesa, lo mejor de todo, la melodía del chico del banjo aportando surrealismo a la escena.



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