Guillermo Balbona | El Diario Montañés
El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) acoge desde esta semana y hasta bien entrado el verano una gran exposición dedicada a la creación de la artista cántabra Victoria Civera. La cita se celebrará desde este viernes, día 28, al próximo 29 de agosto. Lo racional y lo irracional es el tema central de la obra de la artista, compañera del pintor santanderino Juan Uslé.
El ámbito del trabajo escultórico de la artista es amplio e incluye todo tipo de materiales; zapatos, vestidos, todo un conjunto de piezas y objetos específicamente femeninos con los que la artista «reflexiona acerca del papel de las mujeres en las sociedades contemporáneas».
Civera (Puerto de Sagunto, 1955) ha logrado mantener, a lo largo de su ya prolija actividad, la expectación que rodea sus siempre fecundas exploraciones creativas. «Sin abandonar la pintura, o mejor haciéndola extensiva a otros soportes, se introdujo en el espacio tridimensional para magnetizarlo de colores y formas, de ideas e imágenes». La muestra del CAC subrayará la atención que la artista presta a los materiales y su potencialidad constructiva, capaz de proyectar todo tipo de inquietudes, más allá de la propia materialización de la obra.
Como pulsaciones, las obras de Civera se detienen momentáneamente en la pared, se esparcen por el suelo o crecen en el espacio, «sujetas a un desarrollo orgánico que sigue activo, trascendiendo sus formas». Telas, maderas, metales y plásticos, nobles y pobres acaban simultaneando sus posibilidades constructivas para dar vida a una imagen que tan pronto arranca de la infancia más perdida como proviene de una impresión última.
La creación de Civera, que ha experimentado con la fotografía, el fotomontaje y el happening, forma parte de la Colección Norte, como puede contemplarse en la muestra inaugurada ahora en la Biblioteca Central. Hace dos años una de sus obras fue destinada al cartel del Festival Internacional de Santander.
Las obras pictóricas y sus esculturas-objeto reflejan la continua búsqueda por parte de la artista de una poética diferenciada, que manifiesta su «conciencia femenina», como proyección de sí misma en cuanto a su condición de mujer. Entre la pintura y la escultura, Civera combina los «dos mundos» de su conciencia: el figurativo y el abstracto. Afincada en Saro, con estancias temporales en Nueva York, tiene en el círculo al elemento recurrente de su obra: Una «metáfora de lo que todos llevamos dentro», un «espejo en el que te reflejas, pero no te reconoces del todo», forma que asusta y seduce a la vez. Este símbolo además de su repetida representación gráfica, inspira el formato elegido para varias de sus obras. Tras sus inicios neoexpresionistas, Civera se pasó a la pintura de gran formato y comenzó a introducir elementos abstractos. Su pintura evoluciona hacia un plano más íntimo y a partir de los 90 se concentra en la escultura y las instalaciones.
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