sábado, 22 de mayo de 2010

Europa según Plossu

Guillermo Balbona | El Diario Montañés
Una foto puede parecer hermosa y si tiene fuerza también ser muy poética, pero cuando está hecha con emoción, cada fotografía poderosa es una muestra de rebelión. Creo que no hay arte sin rebelión». El pensamiento del fotógrafo Bernard Plossu atravesará el arranque iconográfico del verano al protagonizar uno de los referentes del programa de la Fundación Santander 2016.
La vida como un viaje y la fotografía por la fotografía, las imágenes poéticas, el retrato de lo cotidiano invisible constituyen el itinerario trazado por la mirada de Plossu: un mosaico de rincones inadvertidos de Europa. Curiosidad, inquietud, viajes, cotidianidad se aúnan en este recorrido plasmado en una muestra y un libro.
En realidad un reencuentro con la obra de Plossu, que protagonizó hace más de tres años una exposición en Santander, en el Centro Cultural de Caja Cantabria, dentro del festival Foconorte. En su regreso se revela más personal, un reflejo de vivencias y periplos, tras ser invitado por la Fundación que dirige Rafael Doctor a revisar su archivo en busca de su particular visión sobre Europa.
El nuevo acercamiento a una creación nacida durante una de las trayectorias más intensas y atractivas de la fotografía en el mundo, se plantea en una doble propuesta: Santander 2016 publicará el libro que acompañará la muestra destinada al Palacete del Embarcadero, el espacio de la Autoridad Portuaria que cumple 25 años de actividad cultural. La Fundación, encargada de la candidatura de Santander a Capital Europea de la Cultura, ha invitado al maestro Plossu (1945, Vietnam) a revisitar su inmenso archivo de imágenes, captadas en sus viajes por todo el Viejo Continente durante los últimos cuarenta años. El fruto esencial de este trabajo de selección es el libro 'Europa', que verá la luz a través de Santander 2016 en colaboración con La Fábrica, «una mirada lúcida e inesperada a los rincones inadvertidos de la realidad europea a través de 248 fotografías en blanco y negro». La candidatura de Santander 2016 pretende con esta iniciativa ofrecer la particular visión sobre Europa de uno de los grandes maestros de la fotografía. A través de Plossu, uno de los creadores contemporáneos más importantes del lenguaje de la imagen y referente gráfico por la personalidad de su mirada, asoma siempre «su forma de ver la vida». Las fotografías de Plossu presentan un conjunto de miradas que se pasean por detalles poéticos y reflejos de viajes por la vida y el mundo en un itinerario por lo cotidiano absolutamente personal.
El fotógrafo de origen vietnamita, que antepone el ojo, el corazón y la mente a la cámara, asegura que «si una foto es atractiva, fuerte e inteligente, no puede ser convencional». Una obra que se traduce en ese viaje constante, «certificando una visión de los lugares elegidos por su mirada destinada a entender la vida y trazar una concepción del mundo». Emoción y calidad humanas, intensidad, intimidad de un creador en el que el mayor peso de su obra reside en los encargos de las editoriales y localidades que iba visitando y que le iban pidiendo fotografías sobre su visión personal de los sitios por los que pasaba. Fotógrafo viajero por excelencia, su itinerario visual reúne una cartografía de espejos del mundo. Misterio, profundidad y verdad, sus imágenes buscan siempre un fluido diálogo con el espectador que no puede sustraerse a su reconfortante influjo. La visión poética de la realidad de Plossu crea una emoción profunda e íntima y revela que todo tiene un sentido positivo y vitalista, que «a pesar de los momentos de desolación y soledad siempre hay un motivo para la esperanza, aunque aparentemente sea un momento sin importancia».
De su trayectoria y estilo se destaca cómo ha sabido ampliar la mirada poética visual «hasta el punto de lograr convertir cada imagen en un pequeño verso que suele vivir con la misma intensidad tanto en la copia que se cuelga como en la que se reproduce en las páginas de sus libros». El propio autor define la naturaleza de su trabajo como «realismo poético». Plossu, que a los 13 años descubrió el desierto en un viaje con su padre por el Sáhara, notó que el viaje mismo es la dimensión mayor de la fotografía: «cuanto más lejos se va, se encuentran más lugares a donde ir aún más lejos». Rafael Doctor considera que la grandeza de su trabajo reside en su simplicidad, «en su simpleza incluso, en ser capaz de lograr plenitud en una pequeña piedra, en una callejuela, en un rostro anónimo, en las sombras, en esa nada que normalmente no nos hace detenernos. Fotografía que trasciende y que nos hace valorar y apreciar el instante de toda situación». Desde las primeras y ya intuitivas tomas realizadas a finales de los cincuenta a la sombra de la cámara de su padre, «su precursor visual y uno de esos miles de fotógrafos sin nombre, pero gran fotógrafo», hasta las últimas fotografías, se suceden en su mirada: restos de viajes, escenas que nunca fueron mostradas, espacios íntimos, cosas y situaciones ya difíciles de recordar, pero que han resistido y que se ofrecen como nuevas».

Luchar para ver y ver para entender
Bernard Plossu «entiende una foto como una forma de posicionarse en el mundo». La visión de sus fotografías «es el pálpito de estar viviendo en ese momento, en esas circunstancias». Plossu ha sabido ampliar la mirada poética hasta el punto de saber convertir cada imagen en un pequeño verso que suele vivir con la misma intensidad en la copia que en los libros.

Nacido el 26 de febrero de 1945 en Vietnam Sur, Bernard Plossu se educó en París y vivió en México, Nuevo México (EE UU) y Almería.Las exposiciones más importantes vinculadas a su obra son la retrospectiva que le dedicó el Centro Pompidou, Musée National d´Art Moderne de París; 'The African Desert', en el National Museum of African Arts, de Washington en 1989; o las celebradas en San Diego, California, y en la sede de la Fundación Gulbenkian, de Lisboa, en 1993. En España la citas más notoria corresponden a la retrospectiva del IVAM de Valencia.
Su fotografía es hija del cine de la Nouvelle Vague de los 50 y los 60: «una manera de caminar con una cámara a la espalda y donde nadie sabe dónde está la magia, porque una foto es una foto y no hay truco». Siempre ha confesado que «la idea no es ser reconocido, sino luchar para ver y ver para entender». Un creador que descubrió desde muy joven, en sus años americanos y reflexionando sobre la obra de Corot, que «frente a una geografía sin límites sólo cabía hacer fotografías pequeñas».

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