martes, 28 de septiembre de 2010

I Encuentro Europeo de Fotografía Santander 2016

El 1 y 2 de octubre de 2010 se celebrará en el Salón de Actos del Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander el I Encuentro Europeo de Fotografía Santander 2016.
Dirigido por Agnès de Gouvioun Saint-Cyr y entroncado con los proyectos de Jordi Bernadó y Bernard Plossu, se busca trazar una evolución de la mirada sobre Europa a través de la fotografía que contempla, piensa y refleja nuestra diversidad.
El curso esta abierto a todos aquellos que quieran participar hasta completar el aforo.
VIERNES 1 de octubre
16 h - Conferencia Presentación del Curso a cargo de Rafael Doctor Roncero (Director Fundación Santander 2016) y Agnès de Gouvion Saint-Cyr (Directora I Encuentro Europeo de Fotografía Santander 2016)
17 h - Gilles Mora
18 h - Harry Gruyaert
SÁBADO 2 de octubre
11 h - Inese Baranovska
12 h - Klavdij Sluban
13 h - Sergio Belinchón
16 h - Presentación del trabajo de Miguel Ángel García, Jorge Represa y Asociación Espacio Imagen
18 h - Raed Bawayah
19 h - Jordi Bernadó

viernes, 3 de septiembre de 2010

Victoria Civera: intensidades trémulas

Sotileza | El Diario Montañés
La galería Robayera exhibe sus primeras obras neoyorquinas.

«Sin duda, el rechazo, la reclusión de un imaginario femenino sitúa a la mujer en un lugar donde se experimenta a sí misma de un modo sólo fragmentario. Se trata de una experiencia de los restos o del exceso en los márgenes apenas estructurados de una ideología dominante; es en este espejo donde el «sujeto» (masculino) ha de reflejarse y doblarse.»
Irigaray, 'El sexo que no es uno'.

La obra de Vicky Civera dio un paso importante en una dirección nueva cuando decidió no preocuparse más por los modelos pictóricos dominantes para hacer, ni más ni menos, lo que ella quisiera. El problema de muchos pintores, y desde luego no sólo de los pintores, es que no saben lo que quieren hacer. Hasta en nuestra propia vida tendemos a la imitación. Creo que Civera está empezando a hacer lo que quiere haciéndolo. Es un proceso vacilante, de tanteo, que intenta descubrir los cambios de escala, la ampliación de la gama de materiales utilizados, la concentración en su lenguaje. Y dicho proceso implica un acercamiento a la transparencia, la ambigüedad, la simplificación: la rendición ante lo sensual, ante lo intuitivo y ante sensaciones y afirmaciones articuladas sólo parcialmente. En resumen, se mueve hacia adentro, hacia un yo íntimo, hacia lo que podría denominarse (y uso el término con mucho cuidado y precaución) una zona femenina. Sus imágenes cartografían aquello que se siente intensamente pero que, en cambio, se reconoce sólo en parte. Son «frases» mínimas, mezcla de oscuros murmullos, aguadas claridades y silencios blancos. Civera trata de explorar esas tensiones cotidianas que parecen manifestarse en forma de nudos en la garganta, en forma de sensaciones que están ahí, aunque no sepamos su nombre real. Pueden ser tan sucintas como una frase de Wittgenstein, tan sentimentales como una producción de Hollywood o tan sugerentes o intrigantes como un susurro. Nos sirven para registrar impulsos o intuiciones, para reunir signos poéticos y para afirmar la absoluta contigüidad de lo audaz y lo vulnerable, de lo transparente y lo opaco, de lo protegido y lo desamparado, de lo simple y lo complejo. Civera ofrece las huellas de un yo ambiguo, de heridas y afirmaciones, de las ficciones de iniciación y acción compleja. Parafraseando a H.D., son, literalmente, «definiciones herméticas», sus propias interpretaciones de la imagen de la poetisa americana de la «rosa más roja» que ha de aprender a desplegarse frente al lamento ahogado de las voces circundantes y a afirmar su necesidad para convertir las emociones, a la vez efímeras y poderosas, en formas duraderas: tenemos la sensación de ir montados en la más conmovedora de estas imágenes hacia donde ella inexorablemente pertenece, a evocaciones de sentimientos humanos. Es como si fuese en el momento en que se dice algo inaudible, en el instante en que aparecen las ruinas en la arena, cuando por fin llegamos a saber algo. Y lo que llegamos a saber es lo que Bataille llama 'werte', la permisividad de la muerte y la carencia:

allí, como aquí, la ruina abre

la tumba, el templo; entra,

allí, como aquí, no hay puertas.

Civera desea que estas imágenes se sientan bien, y con eso se refiere, no tanto a la sensación de equilibrio, armonía y perfección, como a cierta sensación de tensión, a una especie de molestia psicológica o retiniana, a un dolor punzante en el ojo y en la mente. Son imágenes que revolotean alrededor del centro pero que nunca lo ocupan. Prefieren el temblor de la luz que rodea el cuerpo. Creo que en este caso es tan obligado como peligroso hablar de un lenguaje femenino. Lo peligroso es, evidentemente, caer en clichés sociales o sexuales, pero al mismo tiempo nadie puede refutar ni la necesidad de ni la evidencia cada vez mayor de una nueva sintaxis. Como asegura la teórica francesa Hélène Cixous, crea un nuevo lenguaje, una especie de vocabulario devastador, un 'ente' que apunta contra un dueño sin nombre. Estamos entrando en una situación nueva en la que este 'ente' se manifiesta en varios ámbitos. «(El ente) escribe... sueña... inventa mundos nuevos». Igualmente, Civera juega con la paradoja, afirma tanto lo que sospecha como lo que está palpablemente ausente.

Me gustaría ahora abordar esta cuestión de un contenido implícitamente femenino desde otro punto de vista. Sherry Ortner, en su conocido artículo '¿Es lo femenino a lo masculino lo que la naturaleza a la cultura?', comenta que por mucho que se pueda equiparar a la mujer como producción de signos con la sociedad humana, sus funciones reproductivas la identifica con el cuerpo animal, y, por tanto, se le percibe universalmente como «más próxima a la naturaleza que a los hombres». Así, la mujer representa algo intermedio entre la cultura y la naturaleza, por debajo del hombre en la escala de la trascendencia. Sitúa continuamente a la mujer en la periferia de la cultura y explica cómo llega a funcionar simbólicamente tanto como fuerza subversiva (bruja, mal de ojo, madre castradora) como trascendental (diosa-madre que ofrece salvación). No quiero decir que Civera adopta alguno de estos papeles simbólicos, pero sí que parece cada vez más interesada por explorar esa zona virgen que está en los márgenes de la cultura, para afirmar así categóricamente un continente de placer femenino que no es ni oscuro ni carente, como diría el discurso falo-logocéntrico.

El 'otro' en ella

Civera se deleita con la multiplicidad, con la diferencia, sintiendo al 'otro' dentro de sí misma. Dice cosas tan simples que están a punto de desaparecer, pero que, en la más modesta de las afirmaciones, han pasado a ser indelebles. No quiero decir en absoluto que las imágenes de Civera conformen un arte feminista, entre otras cosas porque carecen de un programa ideológico. Pero sí subrayará su condición femenina, su deseo de adoptar una sensibilidad particular. Le preocupa sobre todo la búsqueda de un lenguaje capaz de cambiar las cosas, una forma activa de escribir su propia historia. Avanza mediante la acumulación fragmentaria de percepciones e intuiciones. Está comprometida con la búsqueda de la epifanía y con un intento de organizar las sensaciones a medida que se van asentando. Se fija en lo diminuto, en los acontecimientos discretos, en los reconocimientos trémulos.

Todos tenemos nuestras debilidades, nuestros rincones obscenos, nuestra monumental mediocridad. Pero en nuestra vida cotidiana también hay momentos de generosidad, de claridad y de dolorosa intensidad. Son estos complejos de emoción -de alegría, de miedo, de ansiedad, de incertidumbre, satisfacción y deseo- lo que conforma la esencia de esas imágenes. Intentan abandonar la retórica, dialogar simple y directamente. Abrigan envoltorios de protección y no pretenden nada. Las mejores son tan limpias y autosuficientes como una frase musical, reverberan como acordes. Su tema no es el conocimiento: es casi como si nos advirtieran que el conocimiento se ha convertido peligrosamente en una moda. La sutil curiosidad de Civera juega con todo que le llega a las manos. Puede ser al mismo tiempo deliciosamente sensual y delicadamente persistente. Ubica su mundo en función de sus propios tonos y matices, transparencias y texturas, sombras y afirmaciones.

Utiliza polyester, acrílicos y pinturas industriales. Mezcla los tonos a partir de una base de vinilo, en busca de una manera de afirmar con precisión sus propios pequeños reconocimientos, confiriéndoles carácter y especificidad. Esta preocupación por la delicada precisión explica en parte su fascinación por una serie de materiales (yeso, algodón, lino, seda, terciopelo, tejidos sintéticos, fórmica, etc.). Estos materiales ofrecen, con sus cualidades táctiles y visuales, la definición de la imagen. Son esenciales a lo que se está diciendo. Recuerdo que Civera me decía que su atracción por estos materiales se debía posiblemente a recuerdos de la infancia, al olor a cerrado en la tienda de su abuela, con los estantes llenos de telas y su peculiar silencio. Por una parte, las imágenes la devuelven a los olores, a un mundo femenino. Pero, en el fondo, la memoria y la nostalgia son presencias totalmente secundarias y efímeras. Las imágenes insisten en su naturaleza compuesta: intensidades, cartografías, metáforas del cuerpo. Creo que están eternamente amenazadas por la disolución, y en este sentido me acuerdo del severo pronunciamiento de Foucault en 'Vigilar y castigar' sobre el destino del cuerpo en la cultura contemporánea: «El cuerpo es la superficie en la que se inscriben los acontecimientos, trazado por el lenguaje y disuelto por las ideas, el locus de un yo diseminado que adopta la ilusión de una unidad sustancial -un volumen en desintegración».

Oscuridad

Hay una frase taoísta que nos dice que el ser y el no ser surgen de un fondo único, y no se diferencian sino por sus nombres. Ese fondo único se llama Oscuridad. Oscurecer esa oscuridad, he ahí la puerta de toda maravilla. Paradójicamente, el reductivismo de Civera, su insistencia en lo mínimo, su rechazo del exceso, se convierte en un medio para oscurecer la Oscuridad y abrir la puerta a la sorpresa.Es, acaso conscientemente, un tipo de pensamiento provisional que abraza la contradicción y evita toda racionalidad totalitaria. No busca autoridad, sino que aspira a una condición musical capaz de aprehender lo innombrable. Elige la constante modulación de la ansiedad como preparación o acceso al estado de emoción auténtica. Es una actitud que no está de moda en una época en la que todos dicen haber vivido experiencias auténticas. Sin embargo, jamás podemos dudar de la existencia de esa emoción auténtica y del deseo de volver a vivirla.

Debajo de la piel

Sabemos que no hay formas verdaderas de decir las cosas, de ver las cosas, de pintar las cosas. Y lo sabemos porque, al escuchar las palabras de los demás, al ver las imágenes de los otros, sabemos que las nuestras serían distintas. Las imágenes de Civera, por muy transitorias o efímeras que parezcan, habitan en la mente y debajo de la piel. Civera no intenta glosar lo que ve, sino que acepta abiertamente el numen. Es un acto poético que permite que surja el misterio en medio de un flujo continuo de emociones. Civera marca sus propios límites y trabaja modestamente dentro de ellos, y, como he hecho constantes referencias a esta humildad, quiero aclarar que no entiendo ese término como una virtud sino como un eficaz principio ético. En esta obra ubica los armónicos mínimos de su discurso, las notaciones de una peculiar y aguda sensibilidad.

La artista cuida sus tesoros personales sobre todo ahora que se ha dado cuenta de lo distinto que son de los nuestros. Nos encontramos en la antítesis, y lo único que necesitamos es hacer caso de los demás.

La fotografía saca brillo a la naturaleza con el ZOOM

Las instantáneas de Mabel Elorza muestran la humedad que sostienen las 'Redes de agua', en la exposición que se inaugura en la fotogalería de Santander
M. San Miguel | El Diario Montañés
Las imágenes muestran las increíbles arquitecturas que tejen las arañas en los campos.Las paredes de la galería Zoom están húmedas, llenas de gotas de agua que brillan en las fotografías de Mabel Elorza. Su trabajo vertebra la propuesta expositiva desde hoy, viernes, y hasta el 3 de octubre en el espacio expositivo que dirige Pedro Palazuelos. 'Redes de agua' se abrirá al público esta tarde a las 19.30 horas en la sala de la calle Juan de Herrera de Santander.

En esta muestra la naturaleza es la protagonista y también el punto de vista adoptado. El objetivo de Elorza se acerca de forma indiscreta a las increíbles arquitecturas que tejen las arañas en los campos. Las telas, sin embargo, sólo se intuyen, desaparecidas por las gotas de agua que tras la lluvia se posan, atrapadas en sus redes.

Los dibujos que forman y la ilusión que generan los diferentes niveles de zoom hacen que las imágenes obtenidas contengan grados progresivos en la pérdida del motivo, adquiriendo más plasticidad y abstracción a medida que se acerca más a lo fotografiado.

Las instantáneas de la naturaleza, a menudo desdeñada por la fotografía con mayúsculas, invita siempre a la contemplación de nuestro entorno más primitivo, cargado de belleza y sabiduría original. «En la naturaleza se presiente un equilibrio entre orden y caos que resulta valiosísimo al urbanita estresado», según explica la crítica de arte Lidia Gil. En ella se explican mucha cosas esenciales que olvidamos cada día». Cualquier detalle de un espacio natural sirve de ejemplo para comprender, como unas redes de agua sostenidas en el vacío por una poderosa tela invisible: ingeniería, diseño, magia y pura poesía. Las mismas estructuras se repiten hasta el infinito en este mundo fractal del que formamos parte. Cada punto de vista aporta un grado más de consciencia y de disfrute estético, como es el caso de la propuesta que firma Mabel Elorza, que con la exposición que inaugura esta tarde en la sala de Juan de Herrera suma su primera propuesta individual en la galería Zoom, donde ya participó en una colectiva.

Inauguración en Arnuero

El Observatorio del Arte de Arnuero aborda esta tarde, a las 20 horas, la recta final con la inauguración de la exposición de la artista santanderina Arancha Goyeneche, que cerrará la presente temporada expositiva del Observatorio del Arte con 'Is not easy to be green, hasta el 16 de octubre .

Organizada por la Concejalía de Cultura, la última muestra de esta temporada en el Observatorio que ha contado con la mujer como eje dominante, incluirá en la jornada inaugural la actuación del grupo Jazz Stop. Al trío formado por Enzo Pesce, Ito Luna y Adolfo se ha sumado como vocalista Coco Cisneros.

Las creaciones de Goyeneche poseen presencia escultórica y fotográfica, huellas de nuevas tecnologías, potencia visual, mixtura de instalación e intervención, sentido espacial y arquitectónico. Aunque la pintura no tiene presencia directa, siempre hay una reivindicación de lo pictórico a través de herramientas alternativas: tiras de vinilo, plásticos, fluorescentes o proyecciones que conforman las escenografías de Goyeneche (Santander, 1967). Actualmente confiesa su querencia por crear piezas efímeras, de grandes dimensiones, destinadas específicamente a los espacios expositivos, caso de Arnuero.

Nueve meses, todo un parto

Regresamos de nuevo tras unas largas vacaciones, con más fuerza y contenidos que nunca, y en espera de la deseable colaboracion de aquellos a los que les interese el arte y la creatividad en Santander. Ya han pasado 9 meses desde que iniciamos la busqueda y observación de todos y cada uno de los contrenidos plásticos que esta ciudad requiere y usa a diario. Para ello, seguiremos activos desde este mismo blog, y en facebook o twiter, recopilando información desde internet, prensa, correo electrónico o el boca a boca, para teneros puntualmente informados, de cuanto sucede en esta inquietante ciudad llena de cosas. Os saludo cordialmente con un abrazo sincero para todos los que nos seguis y para los nuevos, recibid una cordial bienvenida.