jueves, 11 de febrero de 2010

El proyecto de ampliación de la pinacoteca sigue sin plazos

El proyecto de ampliación del Museo de Bellas Artes santanderino, anunciado por las instituciones hace mas de dos años permanece prácticamente estancado. Una reunión del Consorcio prevista para esta primavera podría sacar del atolladero una iniciativa que se consideraba prioritaria dentro de un plan más amplio y ambicioso de revitalización de la oferta museística de la ciudad, que no se ha producido.
Hace exactamente dos años, con motivo de la celebración de la feria ARCO, Cultura y Ayuntamiento escenificaron en la feria el proyecto del futuro museo: una ampliación destinada a poner en marcha una línea de actuación y criterio uniforme para un renovado 'Museo de Arte Moderno y Contemporáneo', que contaría con los fondos del actual Museo de Bellas Artes y de la Colección Norte.
Recientemente, ambas instituciones retomaron el compromiso de ampliar el museo, tres años después de que la nave de la antigua imprenta Martínez fuera presentada como eje del proyecto. Ambas instituciones presentaron en 2008 públicamente el espacio ocupado por la antigua imprenta. Y las pasadas navidades se comprometían a dar pasos firmes durante estos primeros meses de 2010 y se conjuraron para desarrollar nuevas iniciativas conjuntas bajo el amparo del acuerdo-convenio que ha venido funcionando en los dos últimos años.
El proyecto, no obstante, continua sin fijar sus plazos. Una reunión del Consorcio (organismo desarrollado ya para el otro proyecto pendiente, el del Museo de Cantabria en Las Llamas) abordará la ampliación de la sede de la pinacoteca santanderina.
La Consejería cederá al consorcio la citada nave ubicada en la calle Cisneros para sacar a licitación la primera fase de actuación, que permitirá intervenir en ese espacio (más de mil metros cuadrados). Posteriormente se licitará la segunda que supondría la conexión con el Museo.
Nuevos horarios
El pasado año, cuando se logró extender el horario del centro, mas de 40.000 personas visitaron el Museo, que acogió cinco exposiciones temporales y distintas actividades. Fue en verano cuando el museo de la calle Rubio, tras años de gestiones, inició su apertura en domingos y festivos. Las negociaciones para modificar el horario del centro de arte municipal se remontaban al año 2002.
El arquitecto Eduardo Fernández Abascal, según se anunció hace casi tres años, será el encargado de convertir la antigua nave ubicada en Cisneros en un espacio para el arte de más de mil metros cuadrados.
El proyecto de ampliación y la ya conocida conexión con el ingente solar de la imprenta J. Martínez, se anunció como el paso necesario para plasmar y exhibir una «única oferta museística» bajo el futuro epígrafe común de Museo de Arte Moderno y Contemporáneo.
El reto radica en «transformar los inmuebles de la antigua imprenta en un gran espacio expositivo que además deberá integrarse como un todo» en la sede actual de la pinacoteca santanderina. Fernández Abascal se refirió en su momento a la nave por rehabilitar como «un ejemplo de arqueología industrial», y consideró un desafío llegar a integrarla con los edificios colindantes del museo y la biblioteca y archivo que, a su juicio, constituyen «exponentes atractivos de singularidad arquitectónica en la capital cántabra».
Los locales ubicados en el número 13 de la calle Cisneros presentan múltiples posibilidades a la hora de convertirse en un buen espacio expositivo. En 2007 Cultura adquirió en pleno centro de Santander los dos inmuebles de 1.100 metros cuadrados con el objetivo de unificar las dotaciones y servicios culturales.
Además del edificio que ocupaba la antigua imprenta, la compra incluyó un bajo adjunto al portal del número 13. En superficie, ambos espacios suman 1.104 metros cuadrados, 980 interiores y 124 exteriores. El proyecto fue bautizado por la Consejería como 'la milla de la cultura'.
Cultura llevaba tiempo estudiando la posibilidad de adquirir espacios en el centro de la capital y consideró «excepcional» ese espacio por ser «diáfano, de amplias dimensiones y con acceso directo». Fernández-Abascal subrayó en el arranque de este proyecto paralizado que «el espacio de por sí y de forma autónoma tiene un valor interesante, porque es una buena muestra de arqueología industrial en la región». El arquitecto apuntaba que «aunque sea un proyecto autónomo, se debe entender dentro del conjunto», y ensalzaba «las numerosas posibilidades del espacio, con una estructura prácticamente ausente lo que le convierte en ideal para exposiciones».

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